¨CUANDO ME CONVERTI EN MAMÁ¨

¨CUANDO ME CONVERTI EN MAMÁ¨

¡Los saludo y los bendigo! Es de gran alegría para mí que estén leyendo otro artículo de APRENDIENDO A SER PADRES, y que juntos podamos reflexionar en el tema que abordaremos hoy.

Desde muy pequeña, mi ilusión más grande era poder casarme y tener hijos. Me casé muy joven y al poco tiempo mi esposo y yo “quedamos embarazados”.

Había leído mucho sobre el parto natural y el parto en el agua, lo que hizo que con mi esposo decidiéramos, con mucha ilusión, buscar la forma de parir y tener a nuestra primera hija en el agua.

Nuestra Ginecóloga y Obstetra, la Dra. Mabel Vallejo, tenía su consultorio en “La Casa del Parto”, en Medellín-Colombia. Allí también se preparaban a las parejas y a las madres, para este tipo de partos.

Nosotros nos preparamos con mucho esmero y dedicación. Todas las enfermeras de la institución eran ‘doulas’ (aunque en 1984 este nombre todavía no se conocía). Ellas acompañaban la pareja en todo su proceso, de la mano de la obstetra, con toda la paciencia, hasta que ocurriera el feliz nacimiento.

Recuerdo como si fuera hoy (hace 36 años), ese miércoles cuando al anochecer arrojé el tapón mucoso. A la madrugada del jueves, comenzaron las contracciones… Me levanté muy tranquila, desayunamos y comenzamos a monitorear cada contracción que llegaba, recibiéndola con mucha alegría y manejándola tal cual me habían enseñado.

Llamé a la doctora, y le conté del proceso que estaba teniendo y ella me citó a su consultorio. Cada vez las contracciones estaban más regulares: con una mejor frecuencia y con más duración.

Al llegar a “La Casa del Parto”, me revisaron. Cuando la doctora hizo el primer tacto vaginal me dijo: ¡Estás en 6 centímetros de dilatación y tienes tu cuello ya borrado!

¡Qué alegría la que sentimos mi esposo y yo! ¡Muy pronto tendríamos a nuestra hija en brazos!

Inmediatamente nos ubicaron en una habitación, y procedieron a llenar la piscina para el parto. Me sumergí en esa piscina y recuerdo todavía esa maravillosa experiencia. La sensación molesta de las contracciones se sentía en un 70-80% menos de lo que se experimentaban fuera del agua. ¡Qué alivio de verdad! ¡Todavía lo recuerdo!

A las tres de la tarde ya había alcanzado la dilatación total y comencé a sentir la necesidad de pujar… Había comenzado el expulsivo… Por alguna razón que desconozco, estuve pujando por algún tiempo y mi bebé no salió… La doctora decidió hacer cesárea…
Todo aparentemente salió bien… La niña nació a las 6:30 de la tarde…

La cesárea no duró mucho tiempo. ¡Pero sus secuelas en mí, sí!

Nadie puede imaginar la frustración que sentí después de esa cesárea… Solamente quienes lo hemos vivido podemos saberlo…

Recuerdo que salí del quirófano muy cansada, totalmente impedida sin poderme mover y con mucho frío. A mi esposo le entregaron la niña, pero luego las enfermeras se la llevaron para la sala de cuidado de bebés. Esa sala quedaba bien cerca de la sala de recuperación en donde yo me encontraba y recuerdo que, incluso estando bien adormilada, oía el llanto de mi bebé, sin poder hacer nada… Todavía al día de hoy lo recuerdo…

¡Recuerdo mi dolor emocional! Tanto que había deseado tener a mi hija en brazos y ¡ahora no la podía ni ver!

La niña lloró hasta el amanecer del otro día. Las enfermeras me contaron que trataron de calmarla, sin lograr consolarla. Lloró de frío y por la separación abrupta de la mamá…

Muy probablemente se sintió muy sola…

Sé que esta sensación de soledad la ha acompañado a ella a través de toda su vida… Esa experiencia quedó grabada en su cerebro y en su corazón desde su nacimiento…

El Dr. Ender Vargas dice que “La separación temprana y prematura madre-hija, tiene efectos negativos en el vínculo y desarrollo cerebral del bebé. Es una forma de trauma.”

Estuve tres días hospitalizada…

Aunque debía estar feliz, me embargaba una profunda tristeza. Solo sentía ganas de llorar y llorar todo el tiempo…

Comencé a lactar a mi bebé en casa, pues en el hospital le dieron fórmula debido a mi impedimento para moverme, y a la ignorancia de no conocer la importancia de lactar desde que nace bebé, aun habiendo sido cesárea. La lactancia no fue fácil, bebé lloraba al pegarla al pecho (y yo también con ella) y sólo se calmaba cuando le daba biberón. Todos me decían que debía de dejar de llorar porque eso le podía afectar a mi bebé, pero era algo incontenible, me sentía incapaz de controlarlo.

¡Solo pude lactarla por cinco meses!

Recuerdo esos días con mucha nostalgia. Yo no me sentía feliz, a pesar de que mi esposo y yo habíamos buscado ese embarazo con todo el amor en nuestro corazón. Sentía que no iba a poder amar a mi hija como deseaba.

Sentía que no era capaz con ella, con la obligación de ser madre, a pesar de todo lo que la había deseado (aunque este sentimiento lo experimentan casi todas las nuevas madres).

Esta tristeza profunda y el llanto constante duraron alrededor de 4 meses.

Fue la gracia de DIOS y Su amor derramado en mí, los que me sostuvieron. Me sostuvo la oración, la comunicación día a día con DIOS, Su consuelo, Su fuerza, Su paz. Fue esa relación profunda con ÉL la que día a día fue sanando mi corazón.

Después de mucho tiempo entendí, que lo que yo había vivido había sido una depresión posparto y nadie me la detectó…

¿Qué pudo haber desatado esa depresión? A ciencia cierta todavía no se conoce qué desata una depresión posparto. Se sabe que tiene componentes físicos, emocionales y espirituales. Es que la fatiga física, el desbalance hormonal causado por el embarazo y el parto, el cambio de la rutina del sueño pudiera ser detonante. Pero yo estaba segura que en mi caso fue determinante esa herida emocional que dejó la frustración de la cesárea.

¿Pero sabes una cosa? DIOS me dio la oportunidad de sanar esta dolorosa experiencia.

¿Quieres saber cómo la superé y sané?

Te invito a terminar esta reflexión, escuchándola completa, en el Podcast que ya se encuentra disponible en las plataformas digitales. Encuéntrala en Vientre Seguro, con en el episodio: “CUANDO ME CONVERTI EN MAMÁ”

¡No te lo puedes perder!

Lina María Ortega Ch.
Autora de la Guía de preparación para el parto: “Vientre Seguro”, Nacimientos que transforman
Educadora Preescolar, Educadora Perinatal y Doula de Parto y Posparto
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