¨EN LAS MANOS DEL GRAN ALFARERO¨

¨EN LAS MANOS DEL GRAN ALFARERO¨

Sean todos cordialmente bienvenidos a nuestro artículo de APRENDIENDO A SER PADRES, que hoy se convertirá para todos en un taller: en el Taller del Alfarero.

Hoy quiero comenzar el programa haciendo con ustedes, una de las dinámicas que hago con los padres en uno de mis talleres. La intención es que todos se unan a la dinámica. Yo quiero que se involucren como participantes activos en ella, no importando en el lugar en donde se encuentren.

¡Hoy vamos a trabajar con el barro!

Son muchísimos los objetos que se pueden construir con el barro.

Si hablamos de tazas, por ejemplo, hay muchísimas que se pueden construir, preciosas: pueden ser grandes o pequeñas, ser artesanales o sofisticadas, pueden tener diferentes usos, tener diferentes formas, o pueden llevar diferentes mensajes…

Cada una de ellas será hecha para un propósito específico, de acuerdo a lo que el alfarero quiera y necesite moldear.

Comenzaré la dinámica, entregando a cada uno de ustedes, un pedazo de barro.

Como ustedes no lo tienen ahora físicamente, háganlo en su mente. Quiero que cada uno se lo imagine. Les voy a entregar además una bolsa. Les pido que metan el pedazo de barro dentro de la bolsa. Este barro está muy duro. Voy a pedirles a todos, que traten de volver ese barro, en uno que sea suave, blando y que se pueda manejar entre las manos, sin que maltrate tus dedos.

Piensen ustedes… ¿Cómo lo volverías blando, suave?

¡Que empiece la lluvia de ideas!

Cuando tengo a los participantes en frente mío, yo espero a que cada uno, me dé una idea e intentemos hacerlo. Unos sugieren ablandarla con un martillo, otros sugieren picarlo con un cuchillo, otros sugieren pisarlo con sus zapatos… bueno, son muchas las ideas…

Después de intentarlo de las diferentes formas, sin lograr nada, alguien sugiere: ¡Debemos dejarlo remojar un rato en agua!

¡Entonces así lo hacemos! En la misma bolsa en donde está el pedazo de barro, le echamos agua, la cerramos y esperamos por un rato…

Algunos de esos pedazos se remojan rápidamente, pero hay otros pedazos que necesitarán estar por más tiempo sumergidos, para luego poder amasarlos.

El barro se integra más fácil, si inicialmente se parte en pedazos más pequeños.

Cuando comiences a amasar el barro, te vas a dar cuenta, que a pesar de que ya está más blando y que ya no hay picos duros que maltraten las manos, no es fácil conseguir una masa dispuesta a ser amasada.

¡Amasa! Amasa entre tus dedos ese barro, por algún tiempo, para poder volverlo blando y entonces comenzar a amasarlo como se debe hacer. ¿Ya todos lo tienen blando?

¡Perfecto! Ahora coloquémoslo en una mesa o tabla y amasémoslo en forma envolvente, para que no se formen burbujas y que se pueda compactar bien ¡No lo estiren! ¡Amasen, apretándolo, compactándolo! Mientras lo amasan, sáquenle todas las impurezas al barro, esas piedrecitas pequeñas y los sucios que encuentren en la masa. Además, es importante hidratar la masa constantemente con agua, mientras se amasa. ¡Amasen y amasen!

¡Muy bien, ya lo tenemos en su punto! Protéjanlo, tapándolo con una bolsa plástica, para que no se nos vuelva a endurecer. Ahora vamos echarle a la masa y a nuestras manos un poco de aceite y amasemos. Dividamos el barro en varias bolitas del mismo tamaño, amasando muy bien cada bolita.

Separa una bolita. Con las demás comienza a formar rollitos. Su grosor será según lo fina que quieres la taza, porque si quedan muy gruesos, la taza quedará muy rústica.

¡No olvides proteger la masa con la que no estás trabajando!

Después de tener todos los rollitos, tomamos la bolita que separamos, para hacer el fondo de la taza. Aplánala formando un círculo perfecto, como una arepa. Púlela con una sierra, para terminar de sacarle todas las imperfecciones.

Para hacer la pared de la taza, vamos a pegar poco a poco los rollitos, alrededor del exterior del círculo del fondo de la taza. Debes rayar con la sierra esa parte exterior del círculo e hidratarla con agua. Vamos a pegar los rollitos en pisos. El primer rollo se colocará, rodeando la circunferencia exterior del círculo de la arepa. Luego se le colocará otro rollo encima, aprisionando suavemente, para que no queden sueltos, pero sin deformarlo. Y así sucesivamente, hasta formar toda la pared. Se ponen cuantos rollos tú desees, conforme a tu imaginación. Al terminar de poner todos los rollos, toma la espátula lisa y une todos los rollos, fila por fila, para que la pared del cilindro de la taza quede lisa; que no se le noten las llantas de los rollitos, ni por fuera, ni por dentro de la taza.

Acaba de pulir la taza, pasándole una esponja húmeda, por fuera y por dentro. A continuación, ponle la agarradera, el asa. Lo haces con un rollito, y la pegas a la taza, con la espátula lisa.

Después de que ya tenemos lista nuestra taza, la pondremos en un lugar aireado para que seque totalmente. Luego debemos hornearla por 8 horas en horno de cerámica. Luego la pulirás con papel de lija y la pintar. Dependiendo del tipo de pintura que utilices, podrás necesitar volver a hornearla.

Entonces ya tienes lista tu hermosa taza.

¿Pudiste ver todos los procesos que debe seguirse con el barro, para lograr hacer una simple taza? ¡Estoy segura que, si el alfarero quisiera construir algo más sofisticado, necesitaría de muchos más procesos para lograrlo!

Sé que todos se están preguntando: ¿Bueno, y qué tiene que ver esta dinámica del barro, con ser padres?

Quiero que enmarquemos nuestro tema de hoy en la siguiente porción de la Palabra. Está tomada de Jeremías 18,1-6 El título es El alfarero y el Barro, Leámosla:

“El Señor le dio otro mensaje a Jeremías: «Baja al taller del alfarero y allí te hablaré». Así que hice lo que me dijo y encontré al alfarero trabajando en el torno; pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo. Después el Señor me dio este mensaje: «¡Oh, Israel! ¿No puedo hacer yo contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así tú estás en mis manos»

Hoy el SEÑOR está pronunciando tu nombre y te dice: ¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás tú en mis manos.

Traerlos hoy a cada uno de ustedes al taller de barro, es haberlos traído al Taller del Alfarero. Al igual que el alfarero entra en ese proceso de hacer una vasija, DIOS te tienen en sus manos formando una Obra maestra.

El SEÑOR quiero retomar ese proceso que hicimos con el barro, pero en esta oportunidad, va a trabajar con tu corazón. El barro es tu corazón. El gran alfarero es DIOS. La Obra que DIOS quiere construir contigo, es una Obra muy sofisticada, por lo tanto, lleva muchos procesos. Cada proceso es como un desierto y es necesario para tu vida.

Te invito a terminar este hermoso trabajo con el Alfarero, escuchando nuestro Podcast que ya se encuentra disponible en las plataformas digitales y en Youtube. Encuéntralo en Vientre Seguro, con en el episodio: “EN LAS MANOS DEL GRAN ALFARERO”

¡No te lo pierdas! DIOS quiere terminar contigo este taller.

Lina María Ortega Ch.
Autora de la Guía de preparación para el parto: “Vientre Seguro”, Nacimientos que transforman
Educadora Preescolar, Educadora Perinatal y Doula de Parto y Posparto
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